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El ser humano cuenta con una herramienta muy poderosa, que muchos tienden a demonizar: El llanto. Incluso, se le ha dado al llanto definiciones aberrantes, como: Llorar es de cobardes, sólo los débiles lloran, los hombres no lloran, las mujeres son lloronas por naturaleza, los bebés manipulan con su llanto, ojalá que no me toque un hijo llorón, entre muchas más tonterías.

Debido a esta falta de evolución de la inteligencia emocional a lo largo de la historia humana, el llanto continúa siendo reprimido, burlado, criticado e invalidado.

Afortunadamente, los padres tenemos la capacidad para cambiar ese paradigma con nuestros hijos, dándole al llanto el reconocimiento que merece y entendiéndolo como una forma de comunicar y liberar emociones, además de una herramienta de aprendizaje.

Para entender el llanto de un niño, no es necesario buscar explicaciones científicas. Basta con reflexionar acerca del momento en que ellos lloran. Al entender su llanto descubrimos las emociones que lo provocan y reconocemos sus sentimientos. Nuestra misión como padres es validar su llanto como algo natural que merece respeto y atención. ¿Quién puede ver a un niño llorar sin querer ofrecerle un abrazo?

Por esto, cuando veas a tu hijo llorar, contempla su llanto como un recurso fenomenal y nunca le digas alguna de las siguientes frases:

 

No llores.

Con esta frase, o alguna de sus variaciones (cállate), los niños entienden que el llanto es algo desagradable y se acostumbran a reprimir sus sentimientos. Más tarde, cuando sea adulto, es muy probable que manifiesten sus sentimientos con malestares emocionales o físicos.

Valida sus emociones diciéndole que está bien que llore. Anímalo a que te cuente lo que le sucede y reconfórtalo con un abrazo.

 

Si sigues llorando, te voy a dar un verdadero motivo para llorar.

Al amenazarlo de esta forma, estás enseñándole a tu hijo que los problemas se resuelven con la violencia y represión, causándole miedo e inseguridad.

Ayúdalo a identificar sus sentimientos y enséñale que llorar hace bien

 

No es para tanto.

Lo que para ti puede parecer insignificante, para tu hijo puede resultar importante.

Aprende a valorar sus sentimientos mostrándole empatía y respeto. Hazle saber que entiendes su tristeza e intenta traer su atención a otra cosa que calme su pena.

Niño-llorando

Fotografía: Anna Shvets

 

Sólo las niñas lloran.

El respeto se aprende en casa. Un lenguaje respetuoso no es sexista. Enséñale que el llanto es de humanos.

 

Llorar es de bebés.

No lo hieras diciéndole que ya está grandecito para llorar. Todas las personas tenemos derecho a llorar.

Dile que te importa lo que siente, abrázalo y bríndale palabras de consuelo. Intenta entender el motivo de su llanto y enséñale a manejar sus emociones. Busca momentos y espacios para sentarse juntos y aprender a escucharse y entenderse.

 

Un niño grande no llora. 

Los adultos tendemos a pensar que cuando somos capaces de controlar nuestro llanto somos maduros. Pero en verdad estamos provocándonos un daño por dentro.

No le quites a tu hijo un derecho de su existencia. No le enseñes la idea errónea de que el autocontrol implica no llorar. Todo lo contrario, cuéntale que tú también lloras y que le das espacio a tu corazón para hablar lo que siente, porque te quieres a ti mismo.

 

Siguiendo estos consejos, lograrás que tus hijos sean sanos emocionalmente y que no repriman sus sentimientos, ya que pueden expresar sus emociones sin miedo y tienen la certeza de que cuentan con mamá o papá.

 

El llanto tiene el poder mágico de sanar y comunicar emociones y necesidades.

¡Está bien llorar! ¡Está bien sentir!

Jani 2

Alejandra Jiménez

Magíster en Teorías de Aprendizaje de la Lengua Inglesa